Mujeres, jóvenes y sectores abrumados por las imposiciones del régimen iraní recibieron un alivio que llamó la atención del mundo: la victoria electoral del reformista iraní Masoud Pezeshkian. Este candidato que aboga por la apertura se impuso en las últimas elecciones presidenciales ante el ultraconservador Saeed Jalili. El viernes 5 de julio, Pezeshkian triunfó en las urnas al obtener el 53,3% de los votos (más de 30 millones de sufragios) frente al 44,3% de su rival.
¿Se viene un cambio significativo en un país que sigue ejecutando a las mujeres que no llevan el velo y reprimiendo a toda clase de activistas? Es lo que los analistas y observadores de la política de Irán se preguntan en estas horas. La respuesta es que aún no se sabe. Por ahora, la elección de un político dispuesto a reestablecer lazos con Occidente es una pequeña esperanza para quienes llevan años exigiendo libertades y derechos.
Este giro ocurrió de la manera menos pensada. Ocurre que las elecciones fueron convocadas después de que el anterior presidente de Irán, Ebrahim Raisi, muriera en un accidente de helicóptero en mayo, en el que también fallecieron otras siete personas. “Querido pueblo de Irán, la elección acabó y este es sólo el principio de nuestro trabajo en común. El camino por delante es difícil. Esto únicamente será fácil con su colaboración, empatía y confianza. Les tiendo la mano y les juro que no los abandonaré en este camino. No me abandonen ustedes”, tuiteó Pezeshkian tras su triunfo.
Pero, ¿quién es Pezeshkian?
Pezeshkian tiene 69 años; es cirujano; fue ministro de Sanidad a principios de los años 2000; vicepresidente del Parlamento, y candidato a presidente en 2013 y 2021. Esta trayectoria no le jugaba precisamente a favor: al inicio de la campaña electoral no parecía ser un candidato con capacidad para atraer a los votantes desencantados. Pero el médico encontró la manera de movilizar e ilusionar a quienes reclaman un cambio.
Si bien al principio decepcionó con su promesa de lealtad a Alí Jamenei, jefe de Estado y líder supremo iraní, el candidato fue acumulando popularidad con un mensaje de moderación, acercamiento a Occidente y críticas a la policía de la moralidad. Pezeshkian apeló al voto de descontento con las políticas de Raisi, cuya administración aumentó la represión y deterioró la situación económica debido, en gran medida, a las sanciones occidentales.
La campaña del vencedor también agitó el miedo al rival Jalili, un antiguo negociador nuclear ultraconservador con reputación de intransigente. Jalili era el candidato de los sectores más religiosos de Irán y defendía una línea dura con Occidente.
El presidente en Irán tiene capacidad de decisión en cuestiones nacionales, y, en menor medida, en política exterior y de seguridad en Irán. En ese ámbito, el mando reside en el líder supremo Jamenei, principal autoridad de la República Islámica.
El descontento con el régimen y la pérdida de esperanza en el cambio llevaron a amplios sectores a boicotear las elecciones. En la primera vuelta, sólo votó el 39,9% de la población, el récord de abstención en la historia de la República Islámica de Irán instaurada en 1979. Pezeshkian organizó asambleas donde hombres y mujeres compartieron espacios; muchas chicas no usaban velo, y entonaban “mujer, vida, libertad”, el lema de las protestas de 2022 después de la muerte de Mahsa Amini, joven detenida por no llevar el velo islámico.
Esta causa fue abrazada por Pezeshkian en su momento. “Es inaceptable que la República Islámica arreste a una joven por el hiyab y devuelva un cadáver a su familia”, dijo en 2022, aunque poco después advirtió que protestar contra Jamenei no era el camino correcto.
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